As, ciertas escritoras reniegan del trmino "poetisa" para autodenominarse "poetas'. Cada libro de estilo establecer su opcin, pero en principio no se ve razn para prescindir de "poetisa" como tampoco de "tigresa", "alcaldesa", "diablesa", "sacerdotisa" en el caso de que alguna vez existan de verdad , "consulesa" que, lamentablemente, an figura en el diccionario revisado en como "mujer del cnsul".
El Pas fue el primer peridico de Espaa que equipar en sus titulares a hombres y mujeres al citarlos solamente con el apellido tanto si se trataba de jefes como de jefes de Gobierno, por ejemplo. As, los titulares que hablaban de que "Thatcher presenta su programa" resultaban al principio extraos, porque en el periodismo espaol siempre se haba escrito y pronunciado el nombre y el apellido completos cuando se trataba de una mujer.
Y si no ocurra as, se hablaba de "la seora Thatcher", cuando nunca se citaba al "seor Mitterrand". Se hace curioso observar ahora lo que ocurre con las ministras. Salvo en El Pas, no resulta fcil encontrar ttulos donde se hable de ellas como "Alborch" Alborch dice o Alborch declara o "Aguirre" Aguirre considera o Aguirre propone, sino que siempre se escribe "Carmen Alborch" ministra con el PSOE o "Esperanza Aguirre" ministra con el PP ; y sin embargo esos mismos diarios al ex ministro Alfredo Prez Rubalcaba le convierten en exclusivamente "Rubalcaba" y al vicepresidente Francisco lvarez Cascos le dejan por todo nombre "Cascos".
Este trato deferente hacia la mujer puede terminarse, y de hecho ahora a un lector del El Pas ya no le resulta tan extrao este tipo de referencias. Pero los resultados an no se ven generalizados. S ha habido ms xito con la supresin del trmino "damas" en las clasificaciones deportivas. Antes, y aun ahora lo omos en televisin y otros medios, se hablaba de la carrera de " metros lisos, en categora de damas", cuando en la parte correspondiente a los atletas masculinos no se refera nadie a los "caballeros", sino a los " metros lisos, hombres".
Afortunadamente, esa cursilera discriminatoria va desapareciendo. De cualquier forma, un libro de estilo, lamentablemente, no sirve por s mismo para corregir la tendencia sexista de nuestra sociedad, y tampoco el subconsciente de quienes escriben en un peridico.
As, veremos cotidianamente que muchos redactores y redactoras incurren en fallos de sexismo lingstico pese a las claras recomendaciones de su manual de redaccin. Y son stos unos errores que rara vez inclinan al redactor jefe de cierre a considerarlos los suficientemente graves como para tomar la decisin de retirar una plancha de la rotativa una vez que l ha visto la galerada o la prueba de impresin. Lo que en la jerga periodstica llamamos "levantar" una pgina implica un coste econmico que se puede justificar normalmente si se ha deslizado un error en un dato pero no si se ha escapado un "su mujer" en lugar de "su esposa".
Tradicionalmente, a las grandes sopranos se les ha aplicado un caprichoso. Esta prctica que se extiende a los nombres de actrices famosas no se corresponde con la manera de referirse a los tenores, incluso hoy en da contina esa costumbre: "La Callas aporre a puntapis las espinillas del tenor Mario de Monaco para saludar sola durante una representacin de Norma". El Pas Semanal, 12 de enero de La costumbre de colocar un artculo delante del nombre o del apellido forma parte de un lenguaje rural o familiar que no casa con la elegancia que ha de mostrar un periodista de hecho, rara vez se ve un ejemplo as.
Pero con los apellidos de sopranos y actrices parece que nadie considera esa costumbre una vulgaridad. Aunque jams hiciera lo mismo con un nombre masculino. Peor sensacin se produce an cuando esa costumbre sale del mundo del espectculo donde an se puede aportar la excusa de la tradicin y se aplica a mujeres en el terreno de la poltica: "Como nadie abra la boca, la Tocino carraspe y dijo que ella simplemente poda imaginar lo que el annimo quera decir".
El Mundo, 12 de enero de Eduardo Mendicutti. Diario 16, 22 de enero de Titular de primera pgina. El Pas, 7 de febrero de El Pas, 27 de febrero de Ttulo de un comentario de Vicente Verd. Texto del mismo artculo. Se pueden plantear tambin otras cuestiones ms preocupantes an en relacin con el sexismo y la prensa.
Tambin parece mucho ms preocupante el uso de la mujer en los suplementos semanales de los diarios no digamos ya en las revistas como persona circunscrita a la moda y a la contemplacin del pblico.
Una imagen que indigna a cualquier persona con cierta educacin social, y que hemos visto muchas veces, es la que acompaa a una informacin sobre el verano y que, indefectiblemente, muestra a una mujer tomando el sol con el pecho desnudo.
En cambio, rara vez aparece un hombre apolineo en exhibicin ostentosa. En el diario El Pas, durante una campaa electoral, se decidi publicar cada da unas pginas que recogieran los acontecimientos polticos relativos a esos comicios; y en ellas, entre otros elementos, se incluira una entrevista diaria con diversos personajes. Se trataba de que los entrevistados explicaran su visin de la contienda por el voto, sobre la situacin poltica y que, incluso, adelantaran a quin iban a entregar el sufragio.
La lista de entrevistados no resultaba una tarea fcil. Haba que equilibrar a gente de derecha con otros de centro y otros de izquierda, y otros de ideologas nacionalistas, dentro del papel de neutralidad informativa.
La relacin de nombres y de respuestas logr ese objetivo. Pero cuando ya empezbamos a publicar las primeras entregas nos dimos cuenta de que en la lista de personajes apenas haba mujeres. Y las que aparecan formaban parte, casi todas, del mundo del espectculo. Haba abogados pero no abogadas, ingenieros pero no ingenieras, y sin embargo aparecan actrices y presentadoras.
Quisimos enderezar aquel entuerto, y no lo conseguimos del todo. Vimos que la nmina de mujeres conocidas por su actuacin profesional al margen del mundo del espectculo resultaba escasa, y desde luego que no ser por su culpa, sino por el ambiente masculino de nuestra sociedad. Logramos entrevistar a algunas, tras rehacer la lista, y comprobamos que con ello estropebamos el equilibrio poltico conseguido con anterioridad. Al final, lo que perdimos por un sitio lo ganamos por otro.
El periodista se dirige, por lo general, a decenas de miles de personas. Y debe tener cuidado de no ofenderlas, y de no contribuir a mantener frmulas injustas de nuestra sociedad. Por eso, si quiere mostrar un estilo cuidado en tales aspectos, puede seguir estos consejos, en los que se propone un uso no sexista del idioma a la vez que se respetan las reglas de la lengua que los mismos hablantes se han dado. Un personaje masculino que llega a un acto o que asiste a l en compaa de otros personajes femeninos no ha de acaparar el protagonismo gramatical.
Y por qu no al revs? En los reportajes sobre pueblos, pases, etnias no se debe olvidar el papel que la mujer cumpla en esas sociedades, sobre todo si sufre discriminacin legal o social. No habremos completado un buen reportaje si excluimos de l a la mitad de la poblacin.
Cuando el informador tenga necesidad de acudir a un ejemplo, debe evitar los estereotipos de reparto de tareas entre hombres y mujeres.
Ni las "mujeres de vida alegre" tienen su simetra en el terreno gramatical masculino. Triste irona la de llamar "alegre" o "fcil" la vida de las prostitutas. Hasta hace muy poco, "un profesional" distaba mucho de "una profesional", y no se entiende lo mismo por "hombre pblico" o "persona pblica" que por "mujer pblica". El estilo del periodista debe cuidar estas expresiones para no caer en el sexismo, peligro que se aprecia bien en algunas palabras que cambian de significado con el cambio de gnero: asistente y asistenta, fulano y fulana, gobernante y gobernanta, seorito y seorita En general, el periodista debe preguntarse, cuando se disponga a utilizar alguna palabra especial para una mujer, si la empleara igualmente con un hombre.
Algo que no ocurri en ste y otros muchos casos: "lvarez Cascos asumi el proceso de recuperacin de la iniciativa en la televisin digital. Y ha concluido su primera parte con el cese de la seorita Ridruejo y el nombramiento de LpezAmor". El Mundo, 8 e febrero de Aurora Pavn, seudnimo de Pablo Sebastin. Se aprecia claramente en ese ejemplo cmo el periodista utiliza "la seorita Ridruejo" y sin embargo a esa antigua frmula no le sigue despus "el seor Lpez-Amor" le habra correspondido "el seor" y no "el seorito" por tratarse de un hombre casado.
Se puede observar as un cierto deje despectivo. Ha de evitarse en la medida de lo lingsticamente posible. No debemos hablar de "los derechos del hombre", sino de "los derechos humanos" o "los derechos de la persona".
Evitemos "el hombre de la calle" o "el ciudadano de pie" para escribir "la gente de la calle" o "la gente de a pie". En plural, tambin podemos acudir a palabras que engloben a hombres y mujeres aunque con ms dificultades lingsticas que en el caso anterior : En lugar de "los profesores", el profesorado; en lugar de "los alumnos", el alumnado.
En vez de "los egipcios", el pueblo egipcio. Pero ha de tenerse cuidado. Si en lugar de "los nios" decimos "la infancia", podemos dar a entender un concepto diferente: el periodo en que. La segunda acepcin de "infancia" s recoge el "conjunto de nios" y nias. Y si hablamos de "los problemas de la infancia" podemos referirnos a los inherentes a esa edad por ejemplo, a los que tuvo un adulto antes de serlo o bien a los problemas de quienes ahora son nios o nias. En esos casos podemos acudir a "nias y nios", siempre que no forcemos la oracin y nuestro relato pierda ritmo, o precisemos concordar adjetivos posteriores "los nios y nias pequeos y pequeas".
A estos aspectos se refiri Enrique Gil Calvo, profesor de Sociologa de la Universidad Complutense, en un artculo publicado en El Pas el 8 de marzo de "Ese vicio lingstico adoptado por ciertas feministas y difundido por la literatura progresista de llamar por dos veces a las mismas personas: espaolas y espaoles, ciudadanos y ciudadanas, funcionarias y funcionarios.
S quiero llamar la atencin sobre lo incorrecto del vicio semntico: una regla elemental de estilo prohbe repetir dos veces [sic] el mismo trmino, sin excepcin alguna, ni siquiera como clusula retrica. Cuando el atributo considerado difiere en su modo de atribuirse a uno u otro gnero, entonces s deben utilizarse dos trminos distintos, uno para cada gnero: varones y mujeres, nueras y yernos, actores y actrices pues stas no pueden sustituir a aqullos ni viceversa.
Pero cuando el apelativo se atribuye por igual a ambos gneros, indistintamente, siendo uno y otro sustituibles entre si, entonces hay que utilizar un solo trmino comn, sin distincin de gnero pues duplicar los apelativos segn el gn ero significara que el modo de escribir, ser persona, crear una obra, poseer alma, representar un rol o ejercer autoridad era algo que difera sustancialmente segn que se fuera un varn o que se fuera una mujer: y que el modo en que lo ejercan aqullos no podra ser sustituido nunca por el de stas.
El caso extremo de este vicio de segregacin lingstica es el de llamar a los ciudadanos ciudadanos y ciudadanas, como si hubiese dos clases distintas de ciudadana, la masculina y la femenina, significando que ninguna de ambas clases sera sustituible por la otra y pudiendo implicar que una de las dos poseera mayor grado de civismo.
Porque de seguir aplicando esta viciosa circularidad habra que hablar tambin de ciudadanos-payos y ciudadanos-gitanos, ciudadanos-ricos y ciudadanos pobres, ciudadanos-mayores y ciudadanos-menores y as ad infinitum, en una interminable regresin de neo estamental segregacin ciudadana".
Ciertamente, el problema no se presenta nada fcil, y encontraremos opiniones enfrentadas. Porque cualquier intervencin desde arriba en el lenguaje que siempre evolucion por abajo hasta que los medios de comunicacin comenzaron su tarea adulteradora puede dar al traste con usos y normas que se han labrado desde tempo inmemorial.
El periodista deber navegar con cuidado entre su intencin de no discriminar ni ocultar uno de los dos sexos y su obligacin de usar un vocabulario que no se preste a equvocos. Pero el sexismo del periodista no slo puede residir en las palabras. Un jefe de seccin, un editor de textos o un editor grfico deben evitar la publicacin de imgenes que ahonden en la desigualdad de los sexos.
Por ejemplo: - Debe tenderse al equilibrio numrico entre las fotografas de protagonistas masculinos y femeninos. Una foto de archivo sobre policas municipales, por ejemplo, no tiene por qu recoger siempre un varn. Tambin los maridos pueden aparecer dando el bibern al beb.
Tambin debemos incluir en nuestras fotografas a mujeres que cumplen esos trabajos. Al margen de los matices sobre sexismo y lenguaje, el periodista debe huir de descalificaciones globales. Y tambin de las particulares si se relacionan con el aspecto fsico.
Veamos un desatinado artculo sobre estas cuestiones. El vicepresidente del Gobierno, Francisco lvarez Cascos, se acababa de retractar de unas afirmaciones machistas. Retractarse de la verdad por complacer a una gachi, o a varias gachises, es una prueba sublime de machismo galante. Hecha la rectificacin por el seor vicepresidente, el mujero del Congreso se ha quedado tan satisfecho. Spanish is the fel of the day-to-day, which is why adverts for detergent are in Spanish.
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